Te lo has perdido.- Susurró con cierta decepción el morocho.
-No, han puesto trampas, no es facil atraparla, si quisiera ya la tendría en la palma de mi mano...
-Que seguro te encuentras de eso...
-Pues si, pero no la deseo.
El silencio reinó unos segundos, el humo ascendía y las luces parecían apagarse aun mas. Habían quedado solo ellos dos, presencias bellas que podrían decorar mejor aquel salón mas que todo el lujo que se situaba allí junto. Se cruzó de piernas, a la espera de alguna idea que decir, o que aquel ser rompa el silencio con algo creativo. Se estaba aburriendo, pero la magia de la atracción aun seguía persistente entre ellos.
-¿Entonces que deseas?- Casi había sonado a impaciencia.
-No tener que acudir a estos eventos, estoy para cosas mucho mejores ¿Y tu que deseas?
"Cosas mucho mejores", pensó en aquel dicho y sonrió levemente, ante la atenta mirada del contrario que lo había notado con sus al parecer sensibles sentidos. Si esa fiesta en la mansión Sakamaki no eran cosas mucho mejores entonces no sabría decir que lo era. Por lo que sabía, el hermano responsable de la familia lo había organizado, así que le estaba dando un escupitajo en el ojo al de lentes. Por eso es que no quería asistir y ni tiempo de leer adecuadamente la invitación se tomó. Aparte obviamente de que allí se situaría Eva, que por suerte no la reconoció en ningún momento por mascaras y demás, y porque aparte curiosamente su olor no se situaba en ninguna parte. De seguro la familia fue cuidadosa de resguardarla para que ninguno de esos aristócratas hambrientos se la lleven.
-¿Sabias que lo que dijiste es como insultar a quien ha organizado este evento?- Rió divertido.
El contrario se regocijó ante la bella risa y lo acompaño en esta.
-¡Ja!, no me importa absolutamente en nada, pero no has respondido a mi pregunta...¿Y tu que deseas?
Se quedó pensando, hace una semana o un poco menos quizá hubiese dicho que ser Adán, o no acudir a veladas como esas. Hubiese dicho que deseaba el poder para alcanzar la felicidad, la de sus hermanos también. Suspiró audible y se puso a pensar en la actualidad. ¿Ahora, justo en ese momento que quería?
-Cazar.- Respondió seco.
-Pues allí arriba...
Un grito los alarmó, era de aquellos chillidos que da la presa antes de morir, esos lamentos que nunca mas se podrían borrar de la mente. La mujer ya había sido atrapada, a saber quien era el afortunado. La vida se estaba yendo una planta mas arriba y eso al parecer no inmutaba a nadie, a ninguno de esos seres crueles y despiadados que portaban con orgullo el nombre de su especie, vampiros.
-Retiro lo dicho.
-Igual no quería cazarla a ella.
-Ya veo, estamos iguales ¿No? ¿Entonces que quieres cazar? ¿Te gustan las morochas?
Rieron en voz baja y se sirvieron una copa de champagne que estaba bien colocada sobre la fina mesa. Pensó levemente en si encender las velas situadas en el candelabro, pero no quería romper la magia que el anonimato estaba causándoles.
-No, los pelirrojos.- Confesó y se llevó una mano a la boca, tapando una modesta risa mientras la otra le servia la bebida alcohólica.
-Vaya, pues yo soy un pelirrojo.- Aclaró mientras tomaba la copa y se la llebava a sus finos labios.
-Estaba en duda de si eras castaño o no...
La música bajó varios decibelios.
-Entonces, ¿Quieres cazarme, anónimo?, si que juegas alto.